jueves, 24 de julio de 2014

Recomendación especial.

Quero adicarlle esta entrada a dúas persoas moi importantes para min. Esta obra que eiquí vos presento a todos e a todas contén as dúas partes da miña alma: por unha parte a música barroca, esa á que lle teño un cariño tan grande, por tocar o instrumento que toco; por outra, a tematoloxía clásica, e unha das liñas mitolóxicas que máis me gustan.

Sei que as miñas queridas Broken Rose e a súa compañeira de viaxe Otoño saberán apreciar este guiño á infinitude de momentos que pasamos xuntas, e que esta obra contén en sí mesma. Tamén sei que gostarán da delicadeza, da pureza, dos versos e dos sentimentos desgarradores desta obra.

Así pois, para a ledicia das nosas mentes e, en especial, para o deleite das miñas amadas amigas, vai unha de Henry Purcell, da súa ópera "Dido and Eneas": Dido's Lament.




Bajo la cúpula de las dormidas hojas.

Bajo la cúpula de las dormidas hojas,
sus níveos pies rozan la suave alfombra del bosque.
Bailan con el viento sus plateados cabellos,
como peces con el agua,
como aves en el cielo.

Que no pare el danzar de la divina luna,
que no cese el poder de su blanca luz.
 

miércoles, 23 de julio de 2014

Recomendacións musicais. Música barroca 1

Eiquí vos deixo unhas pezas que últimamente están moi presentes na miña vida. A primeira inspiroume a historia "Nulla vita sine musica". Magnífica peza, e difícil como ela soa (digo esto porque levo xa tempo estudiándoa). O segundo enlace contén 3 pezas, que en realidade son para agrupación de cámara, pero que tamén se interpretan con clave solo. Son outra marabilla dun dos meus autores preferidos. Deste conxunto, eu estou preparando "La Livri", unha peza preciosa e exquisita. 

Espero que o disrutedes!!!

martes, 22 de julio de 2014

Nulla vita sine Musica.

Talía caminaba sin rumbo aparente por su ciudad, intentando despejar su mente. Sin saber muy bien cómo, había ido a parar, sin darse cuenta, al casco viejo de la urbe. Dejándose llevar por su instinto, se dirigió sin pensarlo hasta una de las puertas de la catedral. El edificio, de estilo románico pero con toques de barroco por reformas posteriores, se alzaba imponente bajo el sol abrasador de verano. Talía se adentró en el interior, atraída por una melodía que alguien estaba ensayando en el órgano de la catedral. Al cruzar la puerta sintió un agradable frescor, comparado con el asfixiante ambiente del exterior. La muchacha se sentó en un banco, y se dejó llevar por el delicioso sonido.

Apenas dos minutos después reconoció la obra que el desconocido interpretaba: era una toccata del gran J. S. Bach, concretamente la BWV 913 en Re menor, una de sus tonalidades preferidas. No se podía creer que justo hoy y precisamente en el mismo momento en el que ella se acercaba a la catedral alguien estuviese tocando una de las obras que más le gustaba. Pensativa, se dejó llevar por aquella magnífica interpretación, mientras tarareaba algunos compases de memoria. Una gran sonrisa iluminó su rostro, y sus ojos verdes se cerraron para disfrutar aún más de esa grata sensación, esa sensación de entender aquello que sonaba, de sentirlo hasta límites insospechados.

Cuando cesó la música, Talía quiso conocer al intérprete, y con algo de vergüenza pero con mucha curiosidad, subió la escalinata interior que llevaba hasta el órgano. Al llegar a la parte de arriba entreabrió la puerta que daba al instrumento, viendo a un joven de ojos verdes y porte de organista que recogía sus partituras. El chico debía tener más o menos su misma edad, y a Talía le sorprendía precisamente su juventud para tocar aquella obra tan complicada de interpretar. Nerviosa, pisó sin quererlo un tablón levantado y queriendo liberar su pie del agujero, cayó estrepitosamente al otro lado de la puerta...

Una voz que tenía timbre de tenor y que sonaba algo impresionada se dirigió a ella.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. No te preocupes. Perdona por interrumpirte, yo sólo estaba...-empezó a decir Talía muerta de vergüenza, pero se quedó sin palabras en cuanto se encontró con aquellos ojos profundos mirándola fijamente.
-Si venías a estudiar en el órgano ya te puedes quedar, yo he terminado por hoy
-No, no. Yo venía a conocerte a ti...Quiero decir, que estaba escuchando abajo la toccata y quería saber quién estaba tocando. 
-Sabes que es una toccata, eres músico entonces- Dijo el extraño con una amplia sonrisa-. O también puedes ser una friki de Bach, pero creo que todos los que lo somos, somos organistas o clavecinistas.
-Pues si, en mi caso es porque soy clavecinista. Me llamo Talía, por cierto. Me ha encantado tu interpretación.- dijo ella ya con total confianza. 

El organista la miró con curiosidad y, mientras acababa de recoger sus cosas, dijo- Yo me llamo Daniel y no sabes lo encantado que estoy de conocer a una clavecinista. ¡Sois difíciles de encontrar! Mañana voy a volver a venir a tocar, por si quieres pasarte-. Después de esto se despidió con un gesto de la mano y salió por la otra puerta.

Talía se quedó sonriendo mientras miraba cómo el misterioso organista salía por una de las puertas de la catedral. Después, volvió con calma hasta su casa, pensando con cierto nerviosismo en cómo iba a ser el encuentro de mañana.



martes, 15 de julio de 2014

Eversa.

Lágrimas. Gritos. Histeria. Tristeza. Ira. Enfado. Desolación. 

Ahora sé que todo va a recaer sobre mí, y no sé si estoy preparada. Estoy al borde al abismo, pero espero no caer en él. No puedo y no debo.

Cabeza alta y mirada al frente. 

Si no son capaces de solucionar esto, lo voy a hacer yo, con mis métodos. Será doloroso, pero es mejor la medicina amarga que la dulce falsedad de esta realidad. 
Que conste que no lo hago por ellos, sino por mí misma, porque si no acabaré por volverme loca, loca de verdad.
"Si quieres que algo salga bien, hazlo tú misma".


miércoles, 2 de julio de 2014

Purificación.

 Jueves, 21 de Junio, solsticio de Verano.

Día caluroso, como es propio de la época. 

De repente, una tormenta. Dejo de prestarle atención a todo lo que me rodea, y me concentro en el cielo. Oscuras nubes negras empiezan a llegar, raudas, a causa del fuerte viento. El aire se hace cada vez más fuerte, moviendo los árboles que tengo en frente de mi vista, como si fueran frágiles hojas de papel. Abro la ventana de mi terraza y respiro profundamente: huele a azufre, a tormenta, a la furia de nuestra Madre, a la Diosa Primigenia. 

Una gota fría de agua me moja la mano. En menos de cinco minutos todo el suelo se empapa con agua pura. No puedo resistir la llamada de mi Madre y corro hacia la puerta. Sonrío ante los prodigios del mundo, y sin pensar, me quito el vestido negro que ciñe mi cuerpo. También me despojo del collar y de las sandalias, y me suelto mis rizos negros en honor a la Diosa. 

Abro la puerta y pongo los pies en el cálido suelo de baldosas, que se va enfriando poco a poco. La lluvia empapa mi pelo, y las gotas puras caen sobre mi espalda. Alzo el rostro al cielo y me río. Cierro los ojos y abro los brazos, para recibir ese pequeño regalo. La lluvia resbala por mi blanca piel, purificándome. El agua se lleva todos los males de mi cuerpo y de mi alma.

Giro y bailo, porque aquello me produce una gran felicidad. Mi corazón goza también de la tormenta, que me llena de energía y de vida.

Es probable que, si me viese alguien, pensase que estoy loca. Yo creo que los locos son ellos, por no querer abrazar la purificación de uno de los días más mágicos del año.